III. 1 La mente ha alcanzado la capacidad de ser dirigida (dhâranâ) cuando la dirección hacia un objeto escogido es posible, sin tener en cuenta la existencia de numerosos objetos potenciales al alcance de la persona.
III. 2 Entonces las actividades mentales forman una corriente ininterrumpida, en relación exclusiva con el objeto.
III. 3 Pronto la persona estará tan absorvida por el objeto que ya sólo es aparente la comprensión de dicho objeto. Es como si la persona hubiera perdido su propia identidad. Es la integración completa en el objeto de comprensión (samâdhi).
III. 4 Cuando estos procesos se aplican al mismo objeto de forma continua y exclusiva, la práctica recibe el nombre de samyama.
III. 5 Practicar samyama sobre un objeto elegido lleva a un conocimiento completo de éste, en todos sus aspectos.
III. 6 El samyama debe desarrollarse gradualmente.
III. 7 Comparativamente, los tres aspectos del Yoga descritos en estos sûtras (III. 1, 2 y 3) son más complejos que los cinco primeros aspectos del Yoga (sûtra II. 29).
III. 8 El estado en que la mente está exenta de toda impresión y nada queda fuera de su alcance (nirbîjah samâdhi) es más complejo que el estado en que se dirije la mente hacia un objeto (samâdhi).
III. 9 La mente puede tener dos estados, basados en dos tendencias distintas: la distracción y la atención. Ahora bien, a cada instante prevalece un solo estado y ese estado determina el comportamiento, las actitudes y los modos de expresión de la persona.
III. 10 Por una práctica constante e ininterrumpida, la mente puede mantenerse en el estado de atención durante largo tiempo.
III. 11 La mente alterna entre la posibilidad de una intensa concentración y un estado que otros objetos pueden llamar su atención.
III. 12 La mente alcanza un nivel en que permanece en sólida y continua relación con el objeto. Las distracciones dejan de aparecer.
III. 13 Así como se ha establecido que la mente tiene diferentes estados, que originan diversos modos de comportamiento, actitudes y posibilidades en el individuo, también se puede decir que los cambios en cuestión pueden suceder en todos los objetos de percepción y en los sentidos. Estos cambios pueden manifestarse a distintos niveles y ser influidos por fuerzas exteriores como el tiempo o nuestra inteligencia.
III. 14 Una sustancia contiene todas sus características y, según la forma particular que adopta, aparecerán las características que correspondan a esta forma. Sin embargo, sea cual sea la forma, sean cuales sean las características visibles, existe una base que las abarca a todas. Ciertas características aparecieron en el pasado, otras aparecen ahora y otras pueden revelarse en el futuro.
III. 15 Al cambiar el orden o secuencia del cambio, las características de un tipo determinado pueden ser modificadas hacia otro tipo distinto.
III. 16 Practicar samyama sobre el proceso de cambio, sobre la forma en que éste sufre la influencia del tiempo o de otros factores, desarrolla el conocimiento del pasado y del futuro.
III. 10 Por una práctica constante e ininterrumpida, la mente puede mantenerse en el estado de atención durante largo tiempo.
III. 11 La mente alterna entre la posibilidad de una intensa concentración y un estado que otros objetos pueden llamar su atención.
III. 12 La mente alcanza un nivel en que permanece en sólida y continua relación con el objeto. Las distracciones dejan de aparecer.
III. 13 Así como se ha establecido que la mente tiene diferentes estados, que originan diversos modos de comportamiento, actitudes y posibilidades en el individuo, también se puede decir que los cambios en cuestión pueden suceder en todos los objetos de percepción y en los sentidos. Estos cambios pueden manifestarse a distintos niveles y ser influidos por fuerzas exteriores como el tiempo o nuestra inteligencia.
III. 14 Una sustancia contiene todas sus características y, según la forma particular que adopta, aparecerán las características que correspondan a esta forma. Sin embargo, sea cual sea la forma, sean cuales sean las características visibles, existe una base que las abarca a todas. Ciertas características aparecieron en el pasado, otras aparecen ahora y otras pueden revelarse en el futuro.
III. 15 Al cambiar el orden o secuencia del cambio, las características de un tipo determinado pueden ser modificadas hacia otro tipo distinto.
III. 16 Practicar samyama sobre el proceso de cambio, sobre la forma en que éste sufre la influencia del tiempo o de otros factores, desarrolla el conocimiento del pasado y del futuro.
III. 17 Practicar samyama sobre las interacciones entre lenguaje, ideas y objetos consiste en examinar los rasgos propios de los objetos, los medios de describirlos y las ideas y sus influencias culturales sobre la mente de quienes los describen. Por esta vía se puede hallar el modo de comunicación más preciso y eficaz, sean cuales sean las barreras lingüísticas, culturales o de otro tipo.
III. 18 Practicar samyama sobre las propias tendencias y hábitos conduce a sus orígenes. En consecuencia, se adquiere un conocimiento profundo del propio pasado.
III. 19 Practicar samyama sobre los cambios que sobrevienen en la mente de una persona y sus consecuencias, desarrolla en nosotros la capacidad de observar con agudeza el estado mental de los demás.
III. 20 No, la causa del estado mental de una persona está más allá del campo de observación de otra.
III. 21 Practicar samyama sobre la relación que existe entre los rasgos físicos y lo que la influencia, puede darnos el medio de fusionarnos con nuestro entorno, de manera que nuestra propia forma pasa a ser indiscernible.
III. 22 Los resultados de las acciones pueden ser inmediatos o retardados. Practicar samyama sobre esto puede conferir la capacidad de predecir la sucesión de acciones futuras e incluso la propia muerte.
III. 23 Cualidades como la amistad, la compasión y el contentamiento pueden ser objeto de indagación por medio de la práctica de samyama. Así se puede aprender a reforzar la cualidad que se quiera
III. 18 Practicar samyama sobre las propias tendencias y hábitos conduce a sus orígenes. En consecuencia, se adquiere un conocimiento profundo del propio pasado.
III. 19 Practicar samyama sobre los cambios que sobrevienen en la mente de una persona y sus consecuencias, desarrolla en nosotros la capacidad de observar con agudeza el estado mental de los demás.
III. 20 No, la causa del estado mental de una persona está más allá del campo de observación de otra.
III. 21 Practicar samyama sobre la relación que existe entre los rasgos físicos y lo que la influencia, puede darnos el medio de fusionarnos con nuestro entorno, de manera que nuestra propia forma pasa a ser indiscernible.
III. 22 Los resultados de las acciones pueden ser inmediatos o retardados. Practicar samyama sobre esto puede conferir la capacidad de predecir la sucesión de acciones futuras e incluso la propia muerte.
III. 23 Cualidades como la amistad, la compasión y el contentamiento pueden ser objeto de indagación por medio de la práctica de samyama. Así se puede aprender a reforzar la cualidad que se quiera
III. 24 Practicar samyama sobre la fuerza física del elefante puede darnos su fuerza.
III. 25 Dirigir la mente hacia la mismísima fuerza vital y, por medio de samyama, mantener esta dirección da como resultado el poder de observar finas sutilezas y comprender lo que impide la observación profunda. En ausencia de tales sutiles capacidades nuestra observación está claramente limitada.
III. 26 Practicar samyama sobre el sol da un vasto conocimiento del sistema planetario y de las regiones cósmicas.
III. 27 Practicar samyama sobre la luna da un conocimiento completo de la posición de las estrellas en diferentes momentos.
III. 28 Practicar samyama sobre la estrella polar da el conocimiento de los movimientos relativos de las estrellas.
III. 29 Practicar samyama sobre el ombligo da el conocimiento de los diversos órganos del cuerpo y su disposición.
III. 30 Tomar la garganta como punto de indagación en samyama da la comprensión del hambre y la sed. Esto permite dominar sus manifestaciones extremas.
III. 31 Practicar samyama sobre la región del pecho, la investigación de las sensaciones que allí se sienten en diferentes estados físicos y psíquicos procura los medios para permanecer estable y tranquilo, incluso en situaciones de gran tensión.
III. 32 Practicar samyama sobre la fuente de la inteligencia superior en una persona desarrolla capacidades supranormales.
III. 33 Todo puede ser comprendido. Una comprensión nueva y espontánea aparece a cada paso.
III. 34 Practicar samyama sobre el corazón revelará, sin duda alguna, las cualidades de la mente.
III. 25 Dirigir la mente hacia la mismísima fuerza vital y, por medio de samyama, mantener esta dirección da como resultado el poder de observar finas sutilezas y comprender lo que impide la observación profunda. En ausencia de tales sutiles capacidades nuestra observación está claramente limitada.
III. 26 Practicar samyama sobre el sol da un vasto conocimiento del sistema planetario y de las regiones cósmicas.
III. 27 Practicar samyama sobre la luna da un conocimiento completo de la posición de las estrellas en diferentes momentos.
III. 28 Practicar samyama sobre la estrella polar da el conocimiento de los movimientos relativos de las estrellas.
III. 29 Practicar samyama sobre el ombligo da el conocimiento de los diversos órganos del cuerpo y su disposición.
III. 30 Tomar la garganta como punto de indagación en samyama da la comprensión del hambre y la sed. Esto permite dominar sus manifestaciones extremas.
III. 31 Practicar samyama sobre la región del pecho, la investigación de las sensaciones que allí se sienten en diferentes estados físicos y psíquicos procura los medios para permanecer estable y tranquilo, incluso en situaciones de gran tensión.
III. 32 Practicar samyama sobre la fuente de la inteligencia superior en una persona desarrolla capacidades supranormales.
III. 33 Todo puede ser comprendido. Una comprensión nueva y espontánea aparece a cada paso.
III. 34 Practicar samyama sobre el corazón revelará, sin duda alguna, las cualidades de la mente.
III. 35 La mente que está sujeta a cambio y "Lo que percibe", que no lo está, están próximos pero son, sin embargo, de carácter distinto y diferenciado. Cuando la mente está dirigida hacia el exterior y actúa maquinalmente, dirigiéndose hacia los objetos, hay placer o dolor. Sin embargo, cuando en el momento adecuado una persona inicia una indagación sobre la naturaleza misma del vínculo entre "Lo que percibe" y la percepción, la mente es desconectada de los objetos externos y aparece la comprensión de "Lo que percibe".
III. 36 Comienza entonces la adquisición de aptitudes extraordinarias de percepción.
III. 37 Para una persona que ha de recaer en un estado de distracción, vale la pena poseer este conocimiento extraordinario y las capacidades adquiridas por medio de samyama. Pero para alguien que busca únicamente un estado continuo de Yoga, los resultados del samyama son obstáculos en sí mismos.
III. 38 Por la indagación sobre la causa de esta rígida situación que liga la mente al individuo y por el examen de los medios para relajar esta rigidez, aparece un gran potencial en el individuo para ir más allá de sus límites personales.
III. 39 Por el dominio de las fuerzas que transmiten las sensaciones del cuerpo a la mente, es posible dominar los estímulos externos. Por ejemplo, se puede soportar el contacto del agua a cualquier temperatura o los pinchazos de espinas; se puede caminar sobre superficies inestables e incluso sentirse ligero como un globo.
III. 40 Por el dominio de samâna se pueden experimentar sensaciones de calor excesivo.
III. 41 Practicar samyâma sobre la relación entre el oído y el espacio desarrolla un extraordinario sentido de la audición.
III. 42 Por la práctica de samyama sobre la relación entre el cuerpo y el espacio y por el estudio de las propiedades de los objetos que flotan en el aire, como una flor de algodón, puede conseguirse el conocimiento del desplazamiento en el espacio.
III. 43 Con el estudio de estos fenómenos y con el desarrollo de las condiciones en las que la mente no comete error de percepción aparece una facultad extraordinaria que permite sondear la mente de los demás. También se reducen las nubes que oscurecen la percepción correcta.
III. 44 La práctica de samyama sobre el origen de la materia, bajo todas sus formas, manifestaciones y usos, permite desarrollar el dominio de los elementos.
III. 45 Cuando los elementos son dominados ya no se es perturbado por ellos. El cuerpo alcanza la perfección y ya son posibles capacidades extraordinarias.
III. 46 La perfección del cuerpo se traduce en bellos rasgos, encanto a los ojos de los demás, firmeza y fuerza física inhabituales.
III. 47 El dominio de los sentidos se adquiere por la práctica de samyama sobre la facultad sensorial de observar sus respectivos objetos, sobre la manera en que estos objetos son comprendidos, en que la persona se identifica con el objeto, en que los objetos, los sentidos, la mente y "Lo que percibe" están en relación mutua y sobre lo que resulta de dicha percepción.
III. 48 Entonces la reacción de los sentidos será tan rápida como la de la mente. Éstos percibirán con agudeza y la persona será capaz de influir en las características de los elementos.
III. 36 Comienza entonces la adquisición de aptitudes extraordinarias de percepción.
III. 37 Para una persona que ha de recaer en un estado de distracción, vale la pena poseer este conocimiento extraordinario y las capacidades adquiridas por medio de samyama. Pero para alguien que busca únicamente un estado continuo de Yoga, los resultados del samyama son obstáculos en sí mismos.
III. 38 Por la indagación sobre la causa de esta rígida situación que liga la mente al individuo y por el examen de los medios para relajar esta rigidez, aparece un gran potencial en el individuo para ir más allá de sus límites personales.
III. 39 Por el dominio de las fuerzas que transmiten las sensaciones del cuerpo a la mente, es posible dominar los estímulos externos. Por ejemplo, se puede soportar el contacto del agua a cualquier temperatura o los pinchazos de espinas; se puede caminar sobre superficies inestables e incluso sentirse ligero como un globo.
III. 40 Por el dominio de samâna se pueden experimentar sensaciones de calor excesivo.
III. 41 Practicar samyâma sobre la relación entre el oído y el espacio desarrolla un extraordinario sentido de la audición.
III. 42 Por la práctica de samyama sobre la relación entre el cuerpo y el espacio y por el estudio de las propiedades de los objetos que flotan en el aire, como una flor de algodón, puede conseguirse el conocimiento del desplazamiento en el espacio.
III. 43 Con el estudio de estos fenómenos y con el desarrollo de las condiciones en las que la mente no comete error de percepción aparece una facultad extraordinaria que permite sondear la mente de los demás. También se reducen las nubes que oscurecen la percepción correcta.
III. 44 La práctica de samyama sobre el origen de la materia, bajo todas sus formas, manifestaciones y usos, permite desarrollar el dominio de los elementos.
III. 45 Cuando los elementos son dominados ya no se es perturbado por ellos. El cuerpo alcanza la perfección y ya son posibles capacidades extraordinarias.
III. 46 La perfección del cuerpo se traduce en bellos rasgos, encanto a los ojos de los demás, firmeza y fuerza física inhabituales.
III. 47 El dominio de los sentidos se adquiere por la práctica de samyama sobre la facultad sensorial de observar sus respectivos objetos, sobre la manera en que estos objetos son comprendidos, en que la persona se identifica con el objeto, en que los objetos, los sentidos, la mente y "Lo que percibe" están en relación mutua y sobre lo que resulta de dicha percepción.
III. 48 Entonces la reacción de los sentidos será tan rápida como la de la mente. Éstos percibirán con agudeza y la persona será capaz de influir en las características de los elementos.
III. 49 Cuando se llega a una comprensión clara de la diferencia que existe entre "Lo que percibe" y la mente, se conocen los diversos estados de la mente y lo que nos afecta. Así la mente pasa a ser un instrumento perfecto para la percepción sin defecto de todo lo que debe ser conocido.
III. 50 La libertad, fin último del Yoga, sólo se alcanza si se abandona el deseo de adquirir conocimientos extraordinarios y si se domina totalmente la fuente de los obstáculos.
III.51 La tentación de aceptar la consideración social, consecuencia de los conocimientos adquiridos por samyama debe ser superada. De otro modo, uno se enfrenta a las mismas consecuencias desagradables que proceden de todos los obstáculos que se levantan a lo largo de la vía que conduce al estado de Yoga.
III. 52 Practicar samyama sobre el tiempo y su secuencia hace nacer la claridad absoluta.
III.53 Esta claridad permite diferenciar objetos, incluso cuando la diferencia no es, aparentemente, muy clara. Una semejanza aparente no debería desviarnos de la percepción diferenciada de un objeto elegido.
III. 54 Una claridad tal no excluye ningún objeto, ninguna situación particular, ningún momento. Esta no es resultado de la lógica ordenada. Es inmediata, espontánea y total.
III. 55 La libertad es aquella situación en la que la mente está en identidad total con "Lo que percibe".
III. 50 La libertad, fin último del Yoga, sólo se alcanza si se abandona el deseo de adquirir conocimientos extraordinarios y si se domina totalmente la fuente de los obstáculos.
III.51 La tentación de aceptar la consideración social, consecuencia de los conocimientos adquiridos por samyama debe ser superada. De otro modo, uno se enfrenta a las mismas consecuencias desagradables que proceden de todos los obstáculos que se levantan a lo largo de la vía que conduce al estado de Yoga.
III. 52 Practicar samyama sobre el tiempo y su secuencia hace nacer la claridad absoluta.
III.53 Esta claridad permite diferenciar objetos, incluso cuando la diferencia no es, aparentemente, muy clara. Una semejanza aparente no debería desviarnos de la percepción diferenciada de un objeto elegido.
III. 54 Una claridad tal no excluye ningún objeto, ninguna situación particular, ningún momento. Esta no es resultado de la lógica ordenada. Es inmediata, espontánea y total.
III. 55 La libertad es aquella situación en la que la mente está en identidad total con "Lo que percibe".