sábado, 5 de diciembre de 2009
PAUTAS GENERALES PARA LA PRÁCTICA DE ASANAS
“El yoga tiene un comienzo pero no tiene final” .
Geeta Iyengar.
El yoga no es un ejercicio, es una exploración. Las asanas no son posturas estáticas ya que aportan un diálogo con nuestro cuerpo, el cual es diferente cada día. El yoga no es ni mucho menos un medio para conseguir más flexibilidad o mejorar nuestra salud, sino un largo camino de vida a través del cual profundizar en la “inteligencia” de nuestro cuerpo, según palabras del Sr Iyengar.
Una de las metas que perseguimos al practicar cada una de las asanas es conseguir “el no-esfuerzo mediante el esfuerzo”. Esto nos llega, en parte, a través de la correcta alineación dándole permiso al cuerpo para que se sostenga a sí mismo con su estructura esquelética más que con el esfuerzo muscular. Y también, a través de la memoria somática adquirida con las constantes repeticiones que se hace de las diferentes posturas. Es interesante preguntarnos al hacer un ásana cuánto esfuerzo muscular estamos poniendo en él y al mismo tiempo mantener intacta la postura. Eliminar el esfuerzo físico innecesario. No permanecer estátic@s en ningún asana, solo sentir dónde estamos y hacer algo.
Sentir constantemente dónde están nuestros “límites” y tratar de superarlos suavemente. En cada postura, seguir buscando la mejoría, el terreno para el no-esfuerzo.
El cuerpo de cada persona es diferente. Algunas, son menos flexibles que otras. Tener menos flexibilidad no exime a nadie de llegar a ser un/a practicante avanzad@ de yoga. La flexibilidad más importante es la flexibilidad mental y emocional. Físicamente, la cuestión es: ¿Podemos integrar las acciones y la alineación necesarias para ser capaces de respirar con profundidad en las asanas e integrar la respiración con un esfuerzo cada vez menor?
Tod@s vivimos en una pequeña caja llamada “cuerpo”. Cuan rígidos estén los isquiotibiales o los aductores es solo uno de los “límites” de nuestra caja. La práctica del yoga nos permite deshacernos de estos “límites” para que podamos vivir más libremente y con una sensación de mayor comodidad dentro de la caja, que parece entonces cada día más amplia.
Las asanas tienen tanto efectos físicos como mentales y sus efectos no dependen en última instancia de cuánto nos podemos estirar hacia delante en Pascimottanasana o de si llegamos a tocarnos los dedos de los pies en Uttanasana. Cuando practicamos yoga, el llegar a tocarnos los dedos de los pies cuando nos estiramos hacia delante es solo un aspecto arbitrario de la totalidad del camino que recorremos para ampliar los “límites” de nuestra cajita, y no constituye una de las metas reales mediante la que conseguimos “algo” significante. El aspecto más importante del yoga es que recibimos sus beneficios en pequeñas dosis diarias mediante la práctica cotidiana a lo largo de los años.
El contorsionismo no es yoga ya que no se efectúa conectando la inteligencia de la mente a cada porción de cuerpo y tampoco es yoga si está desprovisto de aspectos espirituales. Lo que hace que el yoga sea yoga no es lo qué se hace sino cómo se hace y cuáles son los efectos que derivan de ello.
Los detalles sutiles de la alineación en las asanas pueden ser tan numerosos que permanecer concentrad@ en muchos de ellos al mismo tiempo es imposible. Afortunadamente esto no es necesario ni aconsejable. Es razonable trabajar en ciertas pautas de alineación para concentrarnos en ellas durante la práctica, y enfocar la concentración hacia el interior. A través de la repetición y de la madurez en la práctica y de nuestro aprendizaje celular, que se hace más profundo, y de nuestra consciencia que se expande al interior, se van dando naturalmente y de forma espontánea diferentes aspectos que contribuyen a una mejor alineación, sin ni siquiera pensar en ellos de modo consciente.
Es desaconsejable practicar las posturas de manera demasiado intensa al principio. Moveos despacio y gradualmente intentad llegar a niveles más profundos y avanzados en las posturas. En cuanto empecéis a movilizar durante un asana, sentid donde están las primeras tensiones o “límites” personales. Paraos, respirad. Cuando la sensación de tensión sea intensa y no desaparezca con una pequeña espera, repetid este proceso una y otra vez hasta que alcancéis el último “límite” para la postura en ese día particular (que no será el mismo que al día siguiente). Después de haber ajustado y llevado a cabo las acciones en la postura sabéis cómo estar en el asana, entonces es cuando empieza la práctica de esa asana. Es necesario permanecer un tiempo en la postura antes de volver, para traspasar los “límites”. Resistid la tentación de salir de la postura cuando hayáis terminado de efectuar los ajustes. Mantened la postura y esperad el tiempo necesario para que se den cambios internos que disuelvan los “límites”. No existe una meta final o una postura final. Siempre aparecerán nuevos “límites”.
Puede resultar superfluo intentar hacer recomendaciones acerca de los tiempos de permanencia en cada postura. El tiempo que se ha de mantener en un asana depende de la experiencia que se tenga, del tiempo que llevamos practicando y del nivel de práctica o del nivel de energía que tengamos un día determinado, o del nivel de dificultad del asana o de la constitución física del practicante. También depende del tipo de asana, ya que algunas, como las invertidas, se han de mantener más tiempo si el nivel de práctica lo permite.
Se puede mantener una postura hasta que se pierde la ecuanimidad o la paz, hasta que nuestra inteligencia ya no pueda seguir actuando en cada parte de nuestro cuerpo con claridad.
A menudo se evita dar importancia a las posturas de pie. Las posturas de pie desarrollan la resistencia y la flexibilidad de las caderas y de las piernas, aumentando la movilidad de la pelvis. Las posturas de pie son el medio más seguro para que l@s principiantes desarrollen la flexibilidad en las piernas que requieren las posturas sentadas de estiramiento hacia delante, por ejemplo.
Intentar hacer Padmasana con caderas tensas que no rotan bien hacia el exterior es abonar un terreno para lesiones en las rodillas. Padmasana no se ha de abordar hasta que las rodillas lleguen cerca del suelo en Baddha Konasana o en Sukhasana. Y esta flexibilidad de caderas e isquiotibiales se desarrolla practicando básicamente posturas de pie, aunque también existen otras posturas que la favorecen.
Habitualmente, empezamos a hacer las asanas siempre por el lado derecho. Permaneced más tiempo en el asana cuando la hagáis en su lado menos flexible o pasivo. Notaréis a medida que vuestra inteligencia somática aumenta que una mitad de vuestro cuerpo es mejor en una asana determinada que la otra mitad. Buscad equilibrar las dos mitades. Tal y como dice el Sr Iyengar, cuando una mitad del cuerpo funciona mejor que la otra ésta le de enseñar a la que funciona peor (ha de ser su “gurú”). Si sentimos agujetas en alguna parte del cuerpo debido a la práctica del día anterior, es positivo seguir trabajando hoy con esa misma zona del cuerpo, empezando de manera más suave. Tendréis que superar ciertas incomodidades al aprender yoga, ya que nada se puede aprender desde el confort total.
El objetivo de la práctica del yoga no es causar dolores sino aliviarlos, y aún más, prevenirlos.
Incorporar buenos hábitos posturales en la rutina cotidiana suma puntos para la práctica de yoga y viceversa. Cuando os sentéis en una silla, si es posible, flexionad las piernas y haced Sukhasana o Ardha Padmasana. Sentaros con las piernas cruzadas en una silla o en el suelo el mayor tiempo posible, os ayudará a mantener flexibles las caderas. Aseguraos de que estáis sentad@s sobre la parte frontal de los isquiones y que el peso está equilibrado en ambas nalgas. Si os sentáis sobre la parte posterior de los isquiones, derivará en una proyección de la parte baja de la espalda hacia fuera y os hará hundir del pecho. Estirad la parte frontal del tronco cuando os sentáis. Elevad el esternón. Si al sentaros los pies están en el suelo, sentaos en la parte externa del asiento y mantened la curvatura natural de las lumbares (lordosis). Permitid que vuestros hombros se relajen. Muchas sillas obligan a sentarse con las rodillas más altas que la caderas, y esto causa en muchas personas una retroversión exagerada de la pelvis que provoca la pérdida de su concavidad natural. Sentaos sobre una toalla o un cojín para elevar vuestra pelvis si esto es lo que os ocurre.
Las posturas hacia atrás masajean las suprarrenales y nos energetizan con un aporte extra de catecolaminas. Remontan a nivel emocional. Las posturas hacia delante son calmantes. Son posturas para rendirnos. Incluso la extension hacia delante más intensa es tranquilizante. Las posturas hacia atrás son posturas para la extroversión. Las posturas hacia delante son para la introspección.
Una vez que hayáis comprendido los movimientos básicos de un asana, deberíais empezar a trabajar los movimientos más sutiles. Algunas veces, el desafío que supone trabajar el conjunto de un asana es demasiado grande para trabajar también las pequeñas acciones en las diferentes partes del cuerpo y necesitaréis usar soportes o modificar la postura para reducir el desafío y permitiros trabajar dichas acciones. Uno de los grandes regalos del Sr Iyengar al yoga es la incorporación de estos soportes y los detalles que da para su correcta aplicación en la modificación de asanas. Una vez que hayáis integrado esta acciones, podréis practicar la postura en su forma tradicional y completa sin soportes.
La respiración ha de ser suave y natural durante la práctica. Hay asanas como karnapidasana que inevitablemente la restringen, pero se ha de evitar la tendencia habitual a colapsar la respiración cuando se intenta hacer una postura que supone un desafío.
La inspiración es el momento para estirar la columna, la espiración es el momento para progresar en la postura. En general, se entra inspirando en las posturas y se vuelve espirando.
Mantened vuestro sistema digestivo lo más vacío posible antes de practicar. Es imposible determinar cuántas horas exactamente necesitamos para digerir algo ya que la digestión varía según la cantidad y el tipo de alimentos ingeridos y la capacidad digestiva de cada cual.
Un profundo sentido de la humildad ayuda en el aprendizaje del yoga. Es importante recordar que ningún camino o escuela en particular tiene el monopolio de la verdad. Existen practicantes excelentes y no tan excelentes en todas las escuelas de yoga. Adquirir madurez en la práctica del yoga implica aprender a respetar el camino que han elegido otras personas y admitir sus méritos tanto como admitir que el camino que hemos elegido puede tener carencias en alguno de sus aspectos.
TRADUCIDO DE LA WEB: http://www.bradpriddy.com/